jueves, 10 de septiembre de 2015

Hombres muertos que caminan (7)

la verdad_
La realidad es lo que llevas dentro.

Nunca llegaron a sospecharlo y jamás lo sabrán.
Lo que siento, de lo que hablo.
Piensan que una es feliz sólo porque ríe, porque hace bromas, porque se para a jugar con un cachorro en el parque. Miran para la silueta pero son incapaces de imaginarte desnuda, como ven al niño en el carrito, sin pensarte galopando sobre el padre y el placer.
Siempre resultó muy fácil. Casi no tengo que esforzarme en fingir, porque estoy segura de que no me conocen y por eso me son ajenos, como lo son para ellos mis pensamientos. Porque no saben de las lágrimas, ni de los traumas, ni de los complejos, ni de las humillaciones.
No imaginan la verdad.
No comprenden que hay momentos en los que no soporto la vida, en los que no queda nada que me llame, ni a ir tirando. Que me da igual la familia, el amor, los amigos, el trabajo, el futuro o el dinero. Que lo detesto todo, a un entorno que no elegí y que, a medida que avanzo, más indiferente me resulta. Que no quiero que me miren, ni que me rocen, porque jamás tendrán nada que ver con aquello que soy. Y que, si en ese momento se detuviesen mis pensamientos, elegiría estar muerta.
Luego pienso en quienes de verdad me quieren, en sus reacciones, en el cristo del funeral con sus correspondientes días de duelo, en la mezcla de olores, en el cura salpicándome con el babeante hisopo y es entonces cuando reculo, porque siento que esa onda expansiva afectaría a la actividad cotidiana de demasiada gente, que se vería en la obligación de venir a despedirme, sólo por un capricho.
Ese es mi freno, sobre el que ya me he puesto a trabajar. Porque todas estas contemplaciones no son más que una consecuencia de mi débil carácter, también desconocido para la mayoría. Por eso sé que tengo que dejar pasar los días, algún mes, tal vez un año, hasta alcanzar la cumbre del egoísmo.

Llegado ese momento, el resto vendrá dado por mi propia ideación suicida y, sin que cualquier otro hecho importe, moriré sin más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario