Me acuerdo de aprender, con mi padre, a cambiar una rueda.
Me acuerdo del espectáculo de luces y sonido que es ver un rallye de noche.
Me acuerdo de quedarme a ver la peli Tomates verdes fritos siempre que la pillo empezada en la televisión, sea la hora que sea y tenga el sueño que tenga.
Me acuerdo del golpe de suerte de un amigo que fue a pagar una compra de ropa y al que le dijeron que, por ser el cliente número no sé cuantos, le salía gratis.
Me acuerdo de disfrutar trabajando.
Me acuerdo de encuadernar algunos libros horrorosos y otros muy interesantes, tanto por estética como por contenido.
Me acuerdo de hablar de libros durante horas con alguna persona a la que también le apasionan.
Me acuerdo de un vecino de la aldea al que mi abuelo no tragaba a pesar de parecer un señor encantador. Cuándo le pregunté por qué le caía mal, mi abuela me dijo que, cuando eran jóvenes, ese hombre, entonces un chico, salía con los falangistas en grupo e iba por las casas a sacar a algunos hombres, para fusilarlos.