Me acuerdo que mi padre me dejaba probar un sorbo de cerveza cuando, rara vez, se tomaba una.
Me acuerdo de cuando los patines de ruedas tenían unas correas de cuero para sujetar los pies.
Me acuerdo de la impresión que me causó el regreso por sorpresa de una amiga de Erasmus.
Me acuerdo de las heladerías ourensanas, La Ibense y El Cortijo.
Me acuerdo de la sensación de sentir la suavidad de las sábanas y no querer salir de cama.
Me acuerdo de las caras de resignación de mis compañeros de trabajo cada vez que les canto, a cualquier altura del año, Mi burrito sabanero.
Me acuerdo del último arco iris.
Me acuerdo de hacerme una trenza para no tener que lavarme el pelo.