viernes, 18 de septiembre de 2015

Hombres muertos que caminan (15)

la guerra_

La vida no es noble, ni buena, ni sagrada.

          
         Cuando ya no era él, sino sólo la carne que recubre el hueso, quise preguntarle por la guerra. Saber qué se siente al saber que has matado a un hombre, al verlo pudrirse en un barranco junto a otros, flotando en un charco de sangre coagulada.
Quise el detalle del sabor de las meadas de los burros, sus particulares fábricas de agua embotellada. Quise profundizar en la alegría de ese recuerdo.

Saber si contó las veces que quiso estar en casa.
Si lloró allí, alguna vez.
Si lo hacían los que iban con él.
Si eran capaces de dormir, de bromear.
Si pensaba en la muerte.
Quise que me explicase qué se siente al defender lo que va en contra de uno mismo, al compartir el aire y la palabra con los que salen voluntarios a fusilar. Cómo lo soportó, cómo siguió adelante después de los tiros en el brazo y la pierna, de los meses de hospital, después de tanto miedo y tanta miseria. Qué fue lo que tiró de él mientras ocurría todo aquello.

Un día, afeitándolo, se lo pregunté. 
Abuelo, ¿cómo se consigue sobrevivir?
Sonrió. 
Y yo lloré, porque era tarde.

Sólo quedaba su cuerpo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario