Foto: Elena Dean @bicodepulga |
Los elegidos se ríen en alto porque saben que su risa llega y es contagiosa, abrazan y dan golpecitos en tu espalda, porque así transmiten su sabiduría. Los elegidos lloran y lo hacen a menudo, porque son atravesados por los dolores. Todos los dolores del mundo. A los elegidos les gusta la ternura de la infancia, la alegría de la juventud, la sensatez de la edad adulta y la serenidad de la vejez. Los elegidos saben que lo son pero sólo lo comunican con sus acciones, nunca con sus palabras. Los elegidos a veces se dejan barba, se depilan las cejas, se asustan, se echan a correr. A los elegidos les gusta la tortilla de patata de sus madres, el sexo a cualquier hora, un trago de agua fría después del café. Los elegidos vistieron de negro en el pasado, sacan a pasear al perro, miran la hora en los luminosos de las farmacias, saben tratar de usted. A los elegidos nunca les duele la cabeza, por eso dan la mano con fuerza, comen rápido y se saben el papel. Los elegidos tienen suerte, se fijan en los detalles, piden las cosas por favor. Los elegidos saben escribir, cocinar, cantar, construir, aparcar, gritar, soñar, leer, bien. Quién no se ha cruzado con un elegido. Quién no lo ha visto pasar.