martes, 28 de enero de 2020

El optimismo

"El entusiasta es un soñador infatigable, un inventor de proyectos, un creador de estrategias que contagia a los otros sus sueños. No es un ciego, no es un inconsciente. Sabe que hay dificultades, obstáculos, a veces insolubles. Sabe que de diez iniciativas, nueve fracasan. Pero no se deprime. Empieza de nuevo, se renueva. Su mente es fértil. Busca continuamente caminos, senderos alternativos. Es un creador de posibilidades. El entusiasta sabe que el hombre es débil, sabe que existe el mal, ve las mezquindades. Ha sufrido desilusiones. Pero ha decidido contar con el bien, basarse en ello. Apela a la parte más creativa, más generosa de aquellos que lo rodean. Los estimula a que la utilicen, a hacerla fructificar. Los obliga, a pesar de sí mismos, a ser mejores de lo que hubieran sido. Y así, hace germinar sus potencialidades, los hace crecer. Los arrastra consigo demostrándoles que, actuando con empuje, con optimismo, de manera generosa, las cosas son posibles."

miércoles, 22 de enero de 2020

La conquista de la felicidad

"El secreto de la felicidad es éste: que tus intereses sean lo más amplios posible y que tus reacciones hacia cosas y personas  interesantes sean amistosas en vez de hostiles".

miércoles, 8 de enero de 2020

De bares I

"El camarero coloca las sillas alrededor de la mesa. En su cara hay algo de resignación. Yo escucho en Spotify, Guapos y guapas, de El Kanka . Nada parece tranquilo alrededor. Una pareja come, unas mesas más allá, apresuradamente. La señora de siempre entra con su coleta alta y coge una revista del corazón, que lee moviendo los labios. En la barra, el hombre que lleva un sombrero con estampado de flamencos, vacía el azucarillo dentro de su taza de café y lo remueve con nerviosismo. Son las tres de la tarde. Todo va bien."

jueves, 2 de enero de 2020

Historias de cronopios y de famas

     "La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero "Hotel de Belgique".
     Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.
     Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café."