viernes, 20 de noviembre de 2015

Hombres muertos que caminan (78)


el miedo_
... tengo miedo.
Mira a su alrededor y sabe que le harán daño. Sin embargo, es a ella a quien temen.
Miedo, miedo, se mueren con él y desconocen los motivos.
Ella no insiste en la maldad, pero la temen, porque nunca la han tenido bajo control. Cada acto, cada palabra, cada reacción puede ser nueva e inesperada. Irreverente y anárquica. Fuera de tono. Por eso cambian la piel de lobo a cordero y luchan para que se integre en su rebaño.
No os preocupéis, les dice, no es necesario. Ni tampoco que nos comamos unos a otros. Podéis seguir jugando a que nos llevamos bien, aunque elija pastar en otros prados.
Para ella también es complicado. Relacionarse con los demás sin dañarlos. Pedir disculpas, entenderlos. Asumir que no tiene razón. Llorar delante de alguien como si estuviese sola. Tratarlos bien. Fiarse. No tener vergüenza. Dejarse querer. Ser de nuevo una niña. Fingir que no sabe lo que sabe y que sabe lo que nunca sabrá. Aceptar que es imperfecta. Y reconocer que también los teme. Porque exigen demasiado, porque la empujan a volverse falsa como una moneda de chocolate y cruel, como los espejos. Cuando no quiere.

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