lunes, 9 de noviembre de 2015

Hombres muertos que caminan (67)


el sexo_
Antes de saber lo que es
ya has oído la palabra puta unas cien veces por lo menos.

          Cuando pensaba que no te pensaría más, volvía la necesidad de tu presencia. Sonriente y extraña. Tímida y egoísta. Libre. Y genial.
Y otra vez el corazón encogido. Y el estómago, hecho una arruga.

No quise luchar contra la consciencia de que seguías en mí, de que nunca te dejé salir aunque entreabriera la puerta, pero pasaba el tiempo y pasaban otros que no pesaban lo suficiente, que ni en sueños tendrían algo que hacer, aunque yo lo deseara.
Por eso, a veces, me sentía como una puta.
Me daban asco todas aquellas manos, los cuerpos que se me arrimaban llenándome de residuos, transmitiéndome su hastío. Y no había manera de liberarse de la náusea.

Pero pasaban algunas horas, las semanas. Y de pronto volvía a ser ella, la ciudadana honrada y pura que todos esperaban. La niña, de nuevo la niña, siempre la niña, para tenerlos contentos.

Todo es falso. Todo es mentira.

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