miércoles, 18 de noviembre de 2015

Hombres muertos que caminan (76)


_Eliseo
... lo que yo quiero es ser feliz
e irradiar a mi alrededor esa felicidad.

Todos los días, sobre las seis de la tarde, aparecía con su saco de lona y se colocaba en el mismo lugar, sobre los adoquines. A veces parecía cansado, o apenado, pero en cuanto se cubría de maquillaje y de ropas de payaso, cambiaba. Vertía entonces su enorme sonrisa sobre el público y se sacaba de la manga impactantes números de magia, un zoológico hecho con globos de colores y algún que otro monigote, con el que mantenía simpáticas conversaciones en medio y medio.
Sólo los días de lluvia recogía los trastos antes de tiempo y se acercaba al bar de la esquina para pedir que se lo guardasen todo. Luego se cerraba en el baño, se quitaba la pintura y salía a repartir los globos que no había conseguido vender.
Venga, venga, que se van a desinflar...

De Eliseo aprendimos la importancia de las palabras ilusión y bondad, que murieron atropelladas en un paso de peatones, cuando cruzaba hacia nuestro parque, el día en que ella cumplía nueve años.

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