la
maldad_
Me
cago en el que se inventó los complejos
y me cago en su puta madre.
y me cago en su puta madre.
Era muy tarde,
pero en las calles no cabía una víscera más.
De cada pub salían
docenas de universitarios celebrando cualquier cosa, y pensé en lo
fabulosa que había sido aquella época para mí.
Hasta que lo
encontré en un portal, llorando.
Me senté a su
lado y limpié el rimel que le chorreaba por la cara.
Tenía unos preciosos ojos negros, a juego con una personal manera de vestir, de ser, de enfrentarse, llena de picos, calaveras y cadenas.
Es lo extraño, es el contraste.
El roto, por dentro.
Tenía unos preciosos ojos negros, a juego con una personal manera de vestir, de ser, de enfrentarse, llena de picos, calaveras y cadenas.
Es lo extraño, es el contraste.
El roto, por dentro.
Su mejor amiga lo
había dejado tirado para ir a reconciliarse con uno al que se
tiraba, así que se arrimó a una pared mientras se le pasaba el
mosqueo, poniendo posturitas interesantes.
Bingo.
Se le acercaron un par de tipas, subidas de maquillaje y de copas, pero se lo quedaron mirando como gilipollas. Qué triste y repetitivo es todo. Qué cruel es el cerebro, qué débil, el corazón.
Una de ellas, la espectacular, se lo escupió a la cara:
Bingo.
Se le acercaron un par de tipas, subidas de maquillaje y de copas, pero se lo quedaron mirando como gilipollas. Qué triste y repetitivo es todo. Qué cruel es el cerebro, qué débil, el corazón.
Una de ellas, la espectacular, se lo escupió a la cara:
pero que
cosa más fea y más fofa que eres.
Y él, incluso así de adornado, no pudo enfrentarse a algo tan árido, a esa verdad sin filtro, a esa maldita noche.
Y se quiso morir.
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