sábado, 21 de noviembre de 2015

Hombres muertos que caminan (79)


la palma de la mano_
Y si tenía ese sueño lo demás no importaba.

Cuando vamos en bus me mira con esos ojos extraños, como los agujeros de un queso gruyère. Mayor y dejado, parece un animalillo abandonado. No inofensivo, pero ya sin esa brutal carga de sexualidad...
Insistentemente indaga en mi persona y de nuevo conseguirá averiguar el título del libro que llevo entre las manos. Por pura curiosidad.
La misma que consigue que me mantenga con vida.

Hoy que tengo tiempo, sorbo el café bien caliente mientras me entretengo con el periódico. En las últimas páginas aparece su foto, vallinclanesca, preludio de la columna que manuscribe semanalmente.
Qué suerte. Tener un pedazo de hoja pública para poder echar las tripas y que te paguen, aún encima. Sí señor. Y me da por pensar que en alguna otra vida quisiera ser como él, un alguien que tiene algo que contar y lo cuenta. No atesorar todas estas emociones contenidas no sé para qué, ni hasta cuándo.

Escribir... aunque se te quede esa carita de pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario