la
palma de la mano_
Y
si tenía ese sueño lo demás no importaba.
Cuando vamos en
bus me mira con esos ojos extraños, como los agujeros de un queso
gruyère. Mayor y dejado, parece un animalillo abandonado. No
inofensivo, pero ya sin esa brutal carga de sexualidad...
Insistentemente
indaga en mi persona y de nuevo conseguirá averiguar el título del
libro que llevo entre las manos. Por pura curiosidad.
La misma que
consigue que me mantenga con vida.
Hoy que tengo
tiempo, sorbo el café bien caliente mientras me entretengo con el
periódico. En las últimas páginas aparece su foto, vallinclanesca,
preludio de la columna que manuscribe semanalmente.
Qué suerte. Tener
un pedazo de hoja pública para poder echar las tripas y que te
paguen, aún encima. Sí señor. Y me da por pensar que en alguna
otra vida quisiera ser como él, un alguien que tiene algo que contar
y lo cuenta. No atesorar todas estas emociones contenidas no sé para
qué, ni hasta cuándo.
Escribir... aunque
se te quede esa carita de pena.
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