el
sexo_
Antes
de saber lo que es
ya
has oído la palabra puta unas cien veces por lo menos.
Cuando
pensaba que no te pensaría más, volvía la necesidad de tu
presencia. Sonriente y extraña. Tímida y egoísta. Libre. Y genial.
Y otra vez el
corazón encogido. Y el estómago, hecho una arruga.
No quise luchar
contra la consciencia de que seguías en mí, de que nunca te dejé
salir aunque entreabriera la puerta, pero pasaba el tiempo y pasaban
otros que no pesaban lo suficiente, que ni en sueños tendrían algo
que hacer, aunque yo lo deseara.
Por eso, a veces,
me sentía como una puta.
Me daban asco
todas aquellas manos, los cuerpos que se me arrimaban llenándome de
residuos, transmitiéndome su hastío. Y no había manera de
liberarse de la náusea.
Pero pasaban
algunas horas, las semanas. Y de pronto volvía a ser ella, la
ciudadana honrada y pura que todos esperaban. La niña, de nuevo la
niña, siempre la niña, para tenerlos contentos.
Todo es falso.
Todo es mentira.
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