jueves, 22 de octubre de 2015

Hombres muertos que caminan (49)


la desgana_
...estoy cansado de estar cansado...

Nadie parece entender por qué algunas personas queremos morirnos, por qué ese deseo. Yo, por el contrario, no los entiendo a ellos, ni tampoco su apego a la vida, esta carga insoportable.
Lo mismo debiera haber nacido en otro tiempo y vivido todas esas experiencias que han tocado con su varita mágica a los que ponen el grito en el cielo cuando les hablo de la soga y de los raíles del tren.
Qué sé yo.
Puede que ellos no acumulen malos recuerdos, pésimos polvos, pensamientos que les impidan dormir noches enteras. Quizá nunca hubo un mínimo de intensidad en sus vidas y es por eso que ni lo notan, que no les duele que se pierda. Puede que quede gente que carezca de estados de ánimo, que no haya tenido días absolutamente miserables, vacíos y tristes, conforme con su existencia plana, que se dirige en línea recta hacia un fin que planificaron con absoluta meticulosidad. Igual es por eso que no conciben que otros hayamos derrochado tanta energía y acumulado tanta desgana y fracaso, que a mitad de camino sintamos que no damos para más.
Es cierto que a veces no hacen falta grandes dramas ni delirantes tragedias para que quieras acabar con todo. El simple sopor cotidiano te arrastra. Las caras de siempre, las mismas acciones a diario, el calor asfixiante, las conversaciones sobre nada, los retrasos, la mentira, siempre el fútbol, la política.
Me parece justo esperar algo más.
Pero cuando comprendes que ese algo no existe, o sí, pero allá, tan a lo lejos, llega el momento de plantearse si en verdad quieres continuar. Si merece la pena. Porque el idealizarlo todo agota, cuando esto no es más que una montaña de basura amontonada en el jardín.
Para ti ya no vale la pena, no quieres seguir avanzando, porque sientes que no hay avance posible. La vida es algo que ya no necesitas, ya has pasado por ella, se ha detenido. La consumiste, te consumió. Y en tu interior, sólo queda la ceniza.

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