la
desgana_
...estoy
cansado de estar cansado...
Nadie parece
entender por qué algunas personas queremos morirnos, por qué ese
deseo. Yo, por el contrario, no los entiendo a ellos, ni tampoco su
apego a la vida, esta carga insoportable.
Lo mismo debiera
haber nacido en otro tiempo y vivido todas esas experiencias que han
tocado con su varita mágica a los que ponen el grito en el cielo
cuando les hablo de la soga y de los raíles del tren.
Qué sé yo.
Puede que ellos no
acumulen malos recuerdos, pésimos polvos, pensamientos que les
impidan dormir noches enteras. Quizá nunca hubo un mínimo de
intensidad en sus vidas y es por eso que ni lo notan, que no les
duele que se pierda. Puede que quede gente que carezca de estados de
ánimo, que no haya tenido días absolutamente miserables, vacíos y
tristes, conforme con su existencia plana, que se dirige en línea
recta hacia un fin que planificaron con absoluta meticulosidad. Igual
es por eso que no conciben que otros hayamos derrochado tanta energía
y acumulado tanta desgana y fracaso, que a mitad de camino sintamos
que no damos para más.
Es cierto que a
veces no hacen falta grandes dramas ni delirantes tragedias para que
quieras acabar con todo. El simple sopor cotidiano te arrastra. Las
caras de siempre, las mismas acciones a diario, el calor asfixiante,
las conversaciones sobre nada, los retrasos, la mentira, siempre el
fútbol, la política.
Me parece justo
esperar algo más.
Pero cuando
comprendes que ese algo no existe, o sí, pero allá, tan a lo lejos,
llega el momento de plantearse si en verdad quieres continuar. Si
merece la pena. Porque el idealizarlo todo agota, cuando esto no es
más que una montaña de basura amontonada en el jardín.
Para ti ya no vale
la pena, no quieres seguir avanzando, porque sientes que no hay
avance posible. La vida es algo que ya no necesitas, ya has pasado
por ella, se ha detenido. La consumiste, te consumió. Y en tu
interior, sólo queda la ceniza.
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