Aquella
noche Cesâreo nO pudO dOrmir.
Recordó que, años atrás, una niña
había nacido de urgencia en aquel mismo corral, donde ahora guardaba
a su perdiz.
Él ya se había dado cuenta de que a su vecina –la
madre de Marta– le había crecido la panza más de la cuenta.
Primero pensó que sería consecuencia de un atracón de chocolate o
de una churrascada. Pero en cuanto oyó los primeros llantos de
Martita hace hoy 1+1+1+1+1+1+1 años y 4 días, supo que lo que aquella
mujer había llevado en el interior de su barriga durante nueve meses
y una media mañana, no había sido cosa de empacho.
Por lo tanto y
como niña-gallina que era, Marta tenía que ser a la fuerza, una
experta en perdices :).
Al
día siguiente, mientras Cesâreo buscaba soluciones bajo las
piedras, en las cortezas de los árboles y en los nidos de gorrión
–que son los que mejor ocultan los secretos más profundos de la
naturaleza– Marta se divertía a su manera.
-–¡ESE POLLO SE ABURRE PORQUE ESTÁ MUY SOLO!– le gritó subida a un
manzano.
-–Muy SOLooo, OLooo, Oloo...– repitió el eco.
–¡Imposible!–
creía Cesáreo –¡Con lo que le hablo! ¡No puede ser!– Aunque
enseguida recapacitó –¡Ah claro! ¡Se aburre cuando me marcho!
De
ahí que se le ocurriese la idea de acercarse a la más grande de las
ferias jamás celebrada, donde se venden canastos y cerdos, corchos y
manzanas, potros y hasta piedras de afilar.
–Baratooooo,
baratoooooooo!– anunciaban los vendedores. –Precios increíbles
en artículos de primeraaaaaaaaaaaaaaaa! Compren o intercambien
amigooooooss!
Cesáreo
sentía que su cabeza iba a explotar como un petardo en medio de
tanto alboroto, pero se dirigió al puesto de oportunidades únicas,
donde cambió la suela vieja de un zapato por un espejo partido en
7 trozos.
De vuelta al gallinero, amarró cada pedazo a la
alambrada, ayudándose con el medio ovillo de lana roja que le había
sobrado de tejer unos calcetines.
Su
plan era el siguiente: en cuanto la perdiz se viese reflejada en el
espejo estallado, creería ver a siete perdices más, o lo que es lo
mismo, pensaría que tenía el corral, lleno de amigos. Y asunto
liquidado, el de la soledad.
Pardillo.
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