jueves, 25 de junio de 2015

Cesâââreo

Aquella noche Cesâreo nO pudO dOrmir. 
Recordó que, años atrás, una niña había nacido de urgencia en aquel mismo corral, donde ahora guardaba a su perdiz. 
Él ya se había dado cuenta de que a su vecina –la madre de Marta– le había crecido la panza más de la cuenta. Primero pensó que sería consecuencia de un atracón de chocolate o de una churrascada. Pero en cuanto oyó los primeros llantos de Martita hace hoy 1+1+1+1+1+1+1 años y 4 días, supo que lo que aquella mujer había llevado en el interior de su barriga durante nueve meses y una media mañana, no había sido cosa de empacho. 
Por lo tanto y como niña-gallina que era, Marta tenía que ser a la fuerza, una experta en perdices :). 
 
Al día siguiente, mientras Cesâreo buscaba soluciones bajo las piedras, en las cortezas de los árboles y en los nidos de gorrión –que son los que mejor ocultan los secretos más profundos de la naturaleza– Marta se divertía a su manera.

-–¡ESE POLLO SE ABURRE PORQUE ESTÁ MUY SOLO!– le gritó subida a un manzano.
-–Muy SOLooo, OLooo, Oloo...– repitió el eco.

¡Imposible!– creía Cesáreo –¡Con lo que le hablo! ¡No puede ser!– Aunque enseguida recapacitó –¡Ah claro! ¡Se aburre cuando me marcho! 
 
De ahí que se le ocurriese la idea de acercarse a la más grande de las ferias jamás celebrada, donde se venden canastos y cerdos, corchos y manzanas, potros y hasta piedras de afilar.

Baratooooo, baratoooooooo!– anunciaban los vendedores. –Precios increíbles en artículos de primeraaaaaaaaaaaaaaaa! Compren o intercambien amigooooooss! 
 
Cesáreo sentía que su cabeza iba a explotar como un petardo en medio de tanto alboroto, pero se dirigió al puesto de oportunidades únicas, donde cambió la suela vieja de un zapato por un espejo partido en 7 trozos. 
De vuelta al gallinero, amarró cada pedazo a la alambrada, ayudándose con el medio ovillo de lana roja que le había sobrado de tejer unos calcetines.

Su plan era el siguiente: en cuanto la perdiz se viese reflejada en el espejo estallado, creería ver a siete perdices más, o lo que es lo mismo, pensaría que tenía el corral, lleno de amigos. Y asunto liquidado, el de la soledad.

Pardillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario