martes, 13 de octubre de 2015

Hombres muertos que caminan (40)


_el perdón
Alone.

Sé que fue triste aquella comida en Buenos Aires. Un barrio pijo y los ronquidos de un armenio que yo no escuchaba porque era parte de mí lo que se quemaba esos días en Palestina, donde se seguían carbonizando identidades, títulos, libros y las malditas banderas de siempre.
Luego el cansancio. Un medio enfado absurdo. Una cena a solas en mitad de la Noche Triste y un despertarla de madrugada, hora de irse.
Allí Montevideo y su barullo sucio.
Ella, en silencio, por primera vez.
Caminé delante de sus pisadas hasta el bus, fumándome la pérdida. Después del humo y de Ben Harper, llegó el perdón.

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