la
miseria_
Aunque
sonrían las estadísticas,
se
jode la gente.
Algunos viajes te
cambian la vida.
Cuando marchas
crees que todo lo miserable queda atrás, pero en destino descubres
que por ahí tampoco pasó el camión de la basura y que el suelo que
pisas está plagado de chicles aplastados.
Ves a la niña de
cuatro años medio desnuda, apestosa y piojosa. Abandonada en la
calle, sola, con su hermano de meses en el regazo, llorando a moco
tendido.
Ves al hombre de
sesenta años, traje y corbata. El cartel que cuelga de su cuello
durante diez horas. Su primer día de trabajo. Y ya anuncia cortes de
pelo a precios increíbles.
Ves a una mujer
que no te ve. Y algunas letras de pintura blanca sobre una caja de
cartón: TENGO HAMBRE.
Ves tu cuenta de
correo. La guineana, a la que ya no escribes, te pide condones. Se ha
enamorado. Y un embarazo allí, es como una muerte a tres.
Dejémonos de
discursos hipocritillas. Salud y dinero, que todo lo demás, se puede
comprar.
Y se compra.
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