_recompensas
Cada rayo que cae cree que
ha terminado con el mundo.
Le gustaba el colegio y odiaba las
vacaciones. Tres meses interminables.
Era brillante.
Los dos lo éramos.
Competía con ella, quería ser el
primero en acabar los deberes, para que la profesora me dejase jugar
con la casita de muñecas.
Lo supo siempre. Y nunca le importó.
Me defendía cuando alguien se burlaba
de mí, me secaba las lágrimas. Era tan fuerte, que los niños
la dejaban jugar al fútbol. Las niñas sabían que era buena con el
chicle más chicle, más chicle americano.
Yo nunca la vi llorar. Yo pensaba que
era de hierro.
Luego crecimos y todo cambió. Nuestro
brillo cedió ante nuevas caras, nuevos talentos, porque siempre hay
alguien que es mejor, o que se lo cree.
Uno puede asumirlo. Seguir compitiendo.
O no.
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