la
infancia_
No
sé en qué momento se me ocurrió dejar de ser niña.
El alpendre me
observaba con su vientre preñado de aperos. La guadaña, la piedra
de afilar, la guadaña, las hoces, el arca, el tamiz, los martillos,
la fragua, las cubas, el rastrillo, las trenchas. Toda mi niñez
allí, pudriéndose oculta entre tanto tejer de arañas. Y yo a
oscuras, muriendo con el ansia de ver vivos a los que ya no están,
con el deseo de poder gritarles sin que ocurriese nada, de que las
cosas fuesen como antes, de terminar en aquella otra vida de la que
el mismo discurrir me separó. Cualquier cosa para no tener que
desembocar en esta elección maldita entre rebajar mis expectativas,
o desaparecer.
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