lunes, 5 de octubre de 2015

Hombres muertos que caminan (32)


_los problemas
...huyo para ignorar,
pero no puedo ignorar que huyo...

Lo que sé de ella es lo que sé de todo lo demás. Que nada es lo que parece. Y que no valemos demasiado. Ni siquiera los que miran por encima del hombro y te perdonan la existencia, porque en cuanto se escarba un poco sale el humo, que venden a precio de azafrán.
           Uno no tiene más que mirar a su alrededor y poner la oreja para saber que cada caminante ata a las botas docenas de problemas. El que nació ciego, el que perdió a su madre, la que tiene cáncer, los que gastan más que ingresan, el que no ve cumplido ningún deseo, la que tiene dueño, uno al que le nacieron los críos pegados, aquel que necesita un riñón, los otros dos, que se están separando, el hijo de alguna, que no tiene padre, aquel otro, que lo tiene y lo mata, la de la joyería de la esquina a la que están robando, la abuela de esta niña, a la que se le descolgó la cadera, las de la frutería, que hace un par de meses que no cobran, los secuestrados, aquel que levantó vuelo pero no logra aterrizar, el novio al que plantaron en el altar, la que es puta sin alternativa, el ejecutivo que perdió millones en bolsa, a la que le llevó el coche la grúa, los que se quedaron dormidos y perdieron el barco, la que padece insomnio, los que viven en jaulas o incluso los que se están muriendo en este momento.
           Por más que prefiramos ignorarlo, antes o después, hasta las cabezas más limpias se llenan de piojos.

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