_despedidas
Qué
otra cosa podemos hacer.
La de hoy fue una noche triste y
deprimente, de esas en las que descubres que todo termina mucho antes
de lo esperado y que las lágrimas de personas que creías incapaces
de llorar, dan para salar las pipas de tres girasoles.
Qué tristeza contagia la muerte, qué
ausencia de todo, qué ganas de nada... Cuando se pensaba que la suya
era una vida aún sin iniciar, resultó que ya había abandonado la
lucha. Hoy nos preguntamos el porqué, cómo no pudimos ayudarla, qué
fue lo que falló.
Se hizo extraño este vacío, perder su
presencia, entrar de nuevo en su casa –llena de ella– y
encontrársela falta de sonido. La ropa, los cuadros, la comida
pudriéndose en la nevera, los libros, los recortes de prensa, la
almohada con la marca de su cabeza, el champú abierto, su cartera...
Quién se hace cargo del perro cuando el
dueño muere, quién le echa tripas para revisar sus pertenencias,
para ahondar así en su intimidad cuando su olor aún se conserva en
el aire... quién se presenta voluntario para contestar a las
llamadas y comunicarle la noticia a los que aún no lo saben. Quién
camina ahora por las calles sin encontrársela en cada adoquín, en
cada escaparate, en cada paso de peatones... Porque pasarán años
hasta que el dolor desaparezca y nos permita recordar, hablar de
ella, reírnos con las viejas anécdotas, suavizar sus defectos,
beatificarla en la distancia, asumir definitivamente su falta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario