martes, 8 de diciembre de 2015

Hombres muertos que caminan (96)


_despedidas
Qué otra cosa podemos hacer.

La de hoy fue una noche triste y deprimente, de esas en las que descubres que todo termina mucho antes de lo esperado y que las lágrimas de personas que creías incapaces de llorar, dan para salar las pipas de tres girasoles.
Qué tristeza contagia la muerte, qué ausencia de todo, qué ganas de nada... Cuando se pensaba que la suya era una vida aún sin iniciar, resultó que ya había abandonado la lucha. Hoy nos preguntamos el porqué, cómo no pudimos ayudarla, qué fue lo que falló.
Se hizo extraño este vacío, perder su presencia, entrar de nuevo en su casa –llena de ella– y encontrársela falta de sonido. La ropa, los cuadros, la comida pudriéndose en la nevera, los libros, los recortes de prensa, la almohada con la marca de su cabeza, el champú abierto, su cartera...
Quién se hace cargo del perro cuando el dueño muere, quién le echa tripas para revisar sus pertenencias, para ahondar así en su intimidad cuando su olor aún se conserva en el aire... quién se presenta voluntario para contestar a las llamadas y comunicarle la noticia a los que aún no lo saben. Quién camina ahora por las calles sin encontrársela en cada adoquín, en cada escaparate, en cada paso de peatones... Porque pasarán años hasta que el dolor desaparezca y nos permita recordar, hablar de ella, reírnos con las viejas anécdotas, suavizar sus defectos, beatificarla en la distancia, asumir definitivamente su falta... 

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