lunes, 28 de septiembre de 2015

Hombres muertos que caminan (25)


la locura_
Sólo para locos.

Por favor, dádme algo que me ayude a dormir, algo que borre todos los malos momentos que componen este todo que me destruye, que me preste su calor una mano amiga, que por favor me acaricie sin forzarme a rogar. Concededme el silencio de los cementerios cuando me encuentro ya invadida por los gusanos y dejadme un espacio donde llorar, un hueco sobre el que volcar mis lamentos a gritos, sin hacerme sentir como una desequilibrada.

Yo soñaba que era libre y diferente y deseaba una entrevista con Quintero, quería hablar con alguien que fuese como yo, con un perro verde, con un loco en lo alto de una colina. Quería enamorarme de Panero antes de que muriese, segarme una oreja y salpicar las paredes con el amarillo que palpita por las venas de los esquizofrénicos. Dormir en la casa azul y mostrarle al mundo mis entrañas hechas migajas, acunarme en los inquietantes bigotes rocococos y vaciarle a Bellver el contenido de su cabeza. Yo quería ser como el asqueroso aliento de Bukowski, para verme frente a él y sostenerle la mirada y poder llamarlo loco, loco, loco, alabarlo hasta morir...

Pero lo que empieza mal termina peor, así que ignoradme, olvidad que pertenecí a este mundo y llenad vuestra memoria con fantasías que engrandezcan vuestras mentiras.

Para mí los sueños se acabaron. Me desperté a base de golpes.

2 comentarios:

  1. Me gusta esa parte de sentarse frente a Bukowski... aguantarle la mirada y llamarle loco...

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  2. Bukowski no estaba loco (digo yo, vamos). Pero detrás de su comportamiento, había un porqué. Ese ¿por qué? es lo que me interesa.

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