Un ser humano.
Eso, es lo que me gustaría ser.
Me siento viva porque he nacido, aunque no volvería a repetir.
Fui un accidente, ese calentón, fui lo segundo, lo inesperado, la sorpresa del número par. Fui una más, una del montón, fui lo que sentí a cada momento que era.
Alguna vez, sin saberlo. Y ahora que lo sé, digo que no me gustó. No me gustó. No me gusté. Nada de nada.
También fui lo peor. O casi.
Sé que pertenezco a una generación aún no clasificada, deprimida, idealista, desperdigada en lo virtual, vagabunda, inerte, bondadosa, cruel, infantil, desorganizada, frívola, cobarde, sexual, acomodada, sensible, indiferente, soñadora y escuálida. Y que dentro de ella, me han visto gorda y diminuta.
Sé que no soy lo peor. Nadie lo es. Pero me he equivocado. He creído, he confiado, he sonreído, he soñado, he estudiado, he trabajado y sencillamente, la vida no ha dado respuesta a mis expectativas y me ha puesto en mi sitio. Que es aquí abajo. Dentro de mí.
Este año, que es el año del cambio, el año de la cabra y por lo tanto el mío, qué cojones, me he dado cuenta de que quizá deba dejar de ir brincando alegremente de piedra en piedra. Y despeñarme.
Es todo un proceso, desde luego. Estoy inmersa en él y es distinto, muy doloroso y triste. Lleva su tiempo. Y la paciencia, mi fuerte, es clave. No quererlo todo a costa de todo. No tenerlo ya, a un precio que no puedes, ni quieres pagar.
Siempre he sabido que es un error. Que con ser bueno, no basta. Sólo que necesitaba que mi padre, que es la persona más persona que he conocido, la persona que más me ha querido y el hombre que me ha enseñado casi todo lo práctico, casi todo lo útil, casi todo lo que hay que saber para ser un individuo autónomo y defenderse en esa vida que no he querido vivir, me lo dijese. Este año.
Ser bueno no sirve para nada.
Se pierden todas las oportunidades. Se gana en humanidad.
Quiero a mi padre. Y ya lo creo que se me nota.
Quiero a mi padre. Y ya lo creo que se me nota.
Susana una vez más me facilitas mucho la vida al tener que encontrar las palabras exactas, presentarlas, hacer que se enamoren y que quieran convivir.
ResponderEliminarMuaka.
Gracias Marta. Quiero que sigas presente en mi vida. Que hayas llegado para quedarte. El año que viene, sacamos algo. Hasta diciembre, esto estará copado con el Hombres muertos que caminan. Que es un libro que no ganó el Premio Xerais en el 2010, pero que igualmente he decidido sacar a la luz. Espero que mejorado. Con la de años que llevo escribiéndolo, hay que darle una oportunidad :). O las que sean.
ResponderEliminarGracias por leerme. Muchas gracias por tu apoyo.
Un abrazo.
Y yo que creo que ser humano es lo único importante...Por eso te quiero y me quieres :)))
ResponderEliminarPero también podríamos ser humanos en la Riviera Maya con un margarita en la mano escuchando a unos mariachis, digo yo!! ;)
Hágase la luz...
ResponderEliminarPrefiero isla desierta, que la Riviera va a estar petada de turistas... :)
Pero mariachis... sí, sí y Sí!!! ja, ja,ja