jueves, 14 de mayo de 2015

Lupo


El nombre, de por sí, ya es de lo más chistoso.
Mi vecino me dijo:
oye me aburro ¿y si jugamos a saltar al potro con el perro? 
Vale. Si se deja...
Él nos miró en plan a mí es que me la suda... así que le dimos al asunto palante. 
Imaginaos la escena.
Noventa y seis centímetros de mastín moteado atravesado en un campo de tierra. Atónito, pero en paz. Un niño-ardilla de ocho años, cogiendo carrerilla. Lupo, tú ahí quieto eh, quieto. Y el chucho tranquilito, que sí hombre que sí, que ya te oí la primera vez.
Yo, aún más niña, esperando mi turno en plan saltamos la valla y ganamos la batalla. ¡Acción! Bajo la claqueta, él se arranca, se apoya, brinca, intenta marcarse un Nadia Comaneci, falla en el ángulo y le arrea un patadón al perro, que tiene cabeza de gorila.
Es como cuando un toro embiste a un caballo y lo tumba. 
El mastín, como si nada. El niño, disimulando. El campo era de gravilla :).
Es que te ríes, o te ríes.

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