Hace algunos años, Rubén Orsini extrajo una nariz roja de payaso del interior de un hombre viejo. Le arrancó el corazón a esa extraordinaria creación suya, una criatura débil, y elemental :). Sonaba una canción de Vitor Ramil
(Estrella, Estrella)
y a mí, se me cayeron las lágrimas. Cada vez que vuelvo al Festival de Títeres de Redondela con la intención de desmadrarme y
reír, recuerdo aquella actuación como el momento más delicado que
alguien haya representado jamás frente a mí, al aire libre, bajo el sol y
sobre la tierra. Y vuelvo a llorar.
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