El dentista sonríe, te
ofrece asiento, te extrae la podredumbre, te
putea.
Te dejas. Es atractivo, es encantador.
Te mira a los ojos. Tú
a su alianza. Le das pie y se lo toma por su mano.
Cuando sales de
consulta sigue casado, pero se ha alegrado el día.
Y sin tocarte.
Y sin tocarte.
Me gusta el tipo. Me gusta ;).
Yo también me dejaría... por la alegría.
ResponderEliminarPues tengo que volver ;).
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