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lunes, 12 de mayo de 2025

Los brotes negros. En los picos de ansiedad.

 "La loca cristiana, el guarda de seguridad de La Virreina, el del hotel Le Méridien, el mendigo de la Ronda de Sant Antoni. Cuando rompes a llorar en la calle los únicos que te dirigen la palabra son los que trabajan allí, al aire libre. Los transeúntes no se detienen; en la mayor parte de los casos, ni siquiera se fijan."

          Eloy Fernández Porta

          Nuevos cuadernos de Anagrama

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Vuelta a empezar

Foto: Elena Dean @bicodepulga

Poco se habla de lo bonito que es caminar sin rumbo. Ser un paseante vagabundo, una flecha que sale disparada en múltiples direcciones, como le gustaría a Sylvia Plath, un flâneur. La de cosas que uno puede ver, sentir, escuchar, imaginar y encontrar mientras camina en la búsqueda de nada. Un vecino, por ejemplo, que siempre pasea mirando al suelo, se encontró una cadena de oro, con su Cristo crucificado y todo. Una amiga, que jamás vuelve caminando a casa, se chocó con 50 euros la noche que, sin que nadie supiera por qué, se le dio por ir "dando un paseo." Caminar así, a lo loco, trae suerte. Y además, te pone el culo duro. A mí me ha gustado vagar por las calles de siempre, escuchando música con los cascos, imaginando que vivía otra vida y que era una persona diferente, quizá especial. Aunque esa época pasó, no la de salir a vagabundear con mi verdad a cuestas. Pero siento que, paso a paso, buscando nada, puede que un día me tope con algo que en realidad, estaba deseando encontrar sin saberlo. Entonces se habrá roto la magia. Y tendré que volver a empezar de cero.

martes, 8 de junio de 2021

Sexo puro

Miro al suelo y contemplo la "obscenidad".  



La fotografío para demostrar que es cierta, 
que también está ahí. 





                             Y que pasa totalmente 
desapercibida.










La cosa se complica cuando la evidenciamos.

Coño: Lupita Hard

Se tuerce cuando en vez de dibujar una polla, o sea lo normal que es lo de siempre, se retrata un coño, para que también se le ponga cara y podamos saludarlo por la calle.
Al fin.

Es entonces cuando lo obsceno pierde su inocencia y ataca a un individuo, que parece no soportar el placer que habita en ese inmenso chocho rosa. 
Por eso le hace una ablación en amarillo, para ver si duele más.



No lo ha conseguido. Basta mirar de nuevo ese chumino vibrante para quitarle los puntos y ver cómo palpita. Quizá sea porque lo llevas entre las piernas. Porque te dice: "yo también estoy aquí. Fíjate. Sigo con vida."