Mostrando entradas con la etiqueta bico de pulga. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta bico de pulga. Mostrar todas las entradas

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Vuelta a empezar

Foto: Elena Dean @bicodepulga

Poco se habla de lo bonito que es caminar sin rumbo. Ser un paseante vagabundo, una flecha que sale disparada en múltiples direcciones, como le gustaría a Sylvia Plath, un flâneur. La de cosas que uno puede ver, sentir, escuchar, imaginar y encontrar mientras camina en la búsqueda de nada. Un vecino, por ejemplo, que siempre pasea mirando al suelo, se encontró una cadena de oro, con su Cristo crucificado y todo. Una amiga, que jamás vuelve caminando a casa, se chocó con 50 euros la noche que, sin que nadie supiera por qué, se le dio por ir "dando un paseo." Caminar así, a lo loco, trae suerte. Y además, te pone el culo duro. A mí me ha gustado vagar por las calles de siempre, escuchando música con los cascos, imaginando que vivía otra vida y que era una persona diferente, quizá especial. Aunque esa época pasó, no la de salir a vagabundear con mi verdad a cuestas. Pero siento que, paso a paso, buscando nada, puede que un día me tope con algo que en realidad, estaba deseando encontrar sin saberlo. Entonces se habrá roto la magia. Y tendré que volver a empezar de cero.

sábado, 8 de julio de 2023

Siesta


Foto: Elena Dean @bicodepulga

Nunca volveré a ser lo suficientemente niña como para rechazar una siesta. En algún momento de la edad adulta, dormir por las tardes pasó de ser una obligación a un deseo reprimido; toca trabajar. Pero hay sobremesas -joder, qué hora más mala- en las que daría literalmente la vida por meterme en cama y dormir, dormir y dormir. Ni siquiera pido soñar. Sólo descanso y desenchufe. El acto de despelotarme y meterme entre unas sábanas fresquitas, ahora en verano, o bajo el edredón calentito en invierno y después de comer, no tiene parangón, que es, por otro lado, una palabra de mierda. Pero vayamos al acto. Estiremos las piernas en la cama, bostecemos, retocemos, tirémonos, por qué no, un pedo. Ay, qué vida esta, tan rica en matices placenteros. Cada vez que me surge una oportunidad, lo hago, no sin recordar el profundo rechazo que le tenía a echarme la siesta de pequeña. Crecer para esto, diréis. Para dejar de vivir unos minutos, unas horas, semanas enteras de vida que se vierten en el colchón a tontas y a locas. Pues sí, sí y sí. Ven a mí, pequeña muerte almohadillada. Abrázame y acurrúcame. Ahora que he crecido y que por fin, sé lo que es bueno.