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lunes, 21 de julio de 2025

Cómo volver a enamorarse.

 Estaba yo tan tranquila tomando un café con mi hermano un domingo de mayo, cuando leí un mensaje de barrilete cósmico en el blog, que me anunciaba la llegada de Ray Loriga a Vigo dos días después, para presentar su nueva novela, TIM, que es una especie de desbarre filosófico de un hombre que se medio despierta solo, quién sabe dónde. Barrilete siempre me ha aportado cosas buenas y ésta, es una de ellas. Recordé entonces, novelas que han sido determinantes en mi vida, como Lo peor de todo, Héroes, Días extraños, o El hombre que inventó Manhattan. Allí estuve, hasta que Ray Loriga llegó, con sus pantalones vaqueros, su chaqueta marrón y su parche negro en el ojo, y me convenció. Quizá porque ya ha logrado vencer al personaje de los noventa, quizá porque se mantuvo sereno, cordial y un poco esquivo -rechazó posar con su nuevo libro- con la prensa. Quizá porque sigue siendo uno de mis referentes literarios. Lo cierto es que fue un placer leerlo, toda la vida y escucharlo, esa tarde noche. Me llamaron la atención sus manos jóvenes y medianas y su mirada profunda, que cada vez más me recuerda a la de Paul Auster. Cuando me acerqué para que me firmase el libro "con amor", me estrechó su cálida derecha un par de veces y me dio las gracias mientras yo volcaba lo que llevaba pensando decirle dos horas y una vida y que es lo importante que ha sido para mí y mi generación, -haciendo verdaderos esfuerzos para no llorar. Como me dijo barri, fue como quedar con una gran amor. Así es. Siempre recordaré ese 12 de mayo, como el día en que conocí a Ray Loriga. Y en el que me volví a enamorar.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Me acuerdo (48)

Me acuerdo de tirar toneladas de papel en la mudanza del taller de encuadernación.

Me acuerdo de beber vino tinto en "cunca branca".

Me acuerdo de leer a Ray Loriga en la adolescencia y pensar que era una forma de escribir nueva y diferente.

Me acuerdo de Toby, de Laika, de Pastor y de Nube, los perretes de mi familia.

Me acuerdo de dar mucho y recibir un poco a cambio.

Me acuerdo de la vergüenza que sentía al principio, de enseñar los textos que escribía.

Me acuerdo de escribir la lista de los libros que voy leyendo.

Me acuerdo del sabor de unos yogures del Froiz de naranja con trocitos de chocolate, que sólo vendieron durante una temporada.

viernes, 4 de junio de 2021

Lo peor de todo

 "no mantengo buenas relaciones con la iglesia. De niño me lo había tragado un poco y pedía perdón a Dios después de cada paja, pero es que de niño te cuentan muchas estupideces y como eres pequeño y tienes las orejas más grandes que cualquier otra parte del cuerpo entra todo. Después con los años seguí con las pajas.

De niño me dijeron que si mordías las hostias mordías a Dios, así que me pasaba horas y horas con la oblea pegada al paladar haciéndome cosquillas y volviéndome loco. Es sólo un ejemplo."


                         Ray Loriga

                         Editorial Alfaguara

sábado, 10 de marzo de 2018

Héroes

"¿Qué es lo más triste que recuerdas?
Todo ese tiempo durante el cual no había nada que tapase la tristeza. Quiero decir que la tristeza es algo constante. Las canciones tapan la tristeza como el ruido tapa el silencio. Cuando las canciones se acaban vuelve la tristeza. Ir sentado en el autobús por la noche. El sonido de los televisores en verano que baja hasta la calle desde las ventanas abiertas, y la luz azul de los televisores en las mismas ventanas, la estupidez de los domingos, organizar tu propia fiesta de cumpleaños, los regalos que no te gustan hechos con verdadera ilusión, dejar de sentirse maravilloso para sentirse normal, no beber, no tomar nada, estar como al principio, Cáceres, cuando desaparece la sensación de ser otra persona que se te queda al salir del cine, las conversaciones del taxista, el metro, las máquinas de chicles del metro, la desgracia o la suerte de los parientes, cualquier noticia de los parientes en realidad, tratar de dormir solo sin estar borracho, los trenes de cercanías, que nada se parezca a algo que has leído. Lo peor es la tristeza. Arriba y abajo es mucho mejor que la tristeza, no importa lo violenta que sea la caída."

sábado, 12 de diciembre de 2015

Hombres muertos que caminan (100)


_testigos
El miedo siempre me pone triste antes de vencerme del todo.

Desde que empezamos a salir pasamos muchas horas en este rincón, diciéndonos tonterías y mirando estrellas.
Estábamos aquí cuando ocurrió, apoyados en esta barandilla. Casi no se veía el suelo porque la niebla que sube del río lo cubre todo, así que nada nos alertó hasta que nos pasó por delante. Caminaba despacio, como dando un paseo y escuchaba música. Sonaba a tormento.
Creo que no nos vio.
Unos cinco metros más abajo, medio minuto después, escuchamos el impacto.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Hombres muertos que caminan (83)


el dolor_
Si mi padre pudiera verme,
la mayor parte del tiempo no sabría qué narices me pasa.

De pequeña, era un hábito despertar en mitad de la noche con un fuerte dolor de piernas del que nunca conseguí desprenderme. Sucedía tan a menudo y tan entrada la madrugada, que me avergonzaba encender la luz y alertar al personal, así que me sentaba en la cama a oscuras y, abrazada a la almohada, trataba de reprimir la molestia y el llanto ante aquel fenómeno al que no le encontraba explicación, ni cura.
Fueron muchas. Muchas noches. Pero para todas y cada una de ellas recuerdo un buen final, en el que uno de mis padres se despertaba y entraba en la habitación para sentarse a mi lado, tranquilizarme y frotármelas. Se quedaban conmigo hasta que desaparecía el dolor.

Años más tarde, descubrí que existen males mucho más fuertes que aquel. Dolores que se incrustan dentro con una intensidad que, por sí misma, impide hasta el llanto. Y comprendí que ya nadie sería consciente de ellos, ni de mí, que ni siquiera papá y mamá se darían cuenta, que no se despertarían, porque son penas que no hacen ruido y que no se ven, que no se lloran, más que por dentro.
Comprendí, de una vez, que se habían acabado los finales felices.

martes, 22 de septiembre de 2015

Hombres muertos que caminan (19)

los amigos_

La primera gran pérdida de la vida adulta son los amigos.


Esto de la amistad es como el resuello. Con la edad, se va agotando. Todo cambia y deja de ser intenso, como antes. Me refiero a antes de tener pareja, una casa, una nueva familia, un gato.
A cualquier otro elemento le dedicamos más tiempo. Es como si ya no los necesitásemos, porque dejamos de contarles nuestras cosas y de preguntarle por las suyas. Al menos por aquello que de verdad importa. En el mejor de los casos, se continúa con la rutina de quedar para el café o para cenar, pero mientras uno ve la tele, otro lee el periódico y el que queda se tira tres cuartos de hora hablando solo, sin pensar en las razones por las que nadie le ha prestado atención desde que apareció por la puerta.
Y todo el mundo pendiente de su móvil, claro, esperando ese mensaje del que parece depender su vida...

Lo cierto es que cada vez estamos menos dispuestos a sacrificarnos por alguien de cuyos latidos o cartera no dependamos en exceso. Involucionamos hacia la comodidad y el ahorro de energías, nos hacemos más egoístas, más desconfiados, estamos cansados y perdemos la paciencia.
Aunque no cambies tú, cambian ellos.
Estás jodida.
Te has quedado completamente sola.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Hombres muertos que caminan (10)

_los ajenos
No les dejes mirar en tu maleta
porque después de revolverlo todo no comprenderán nada.

Es una osadía, un acto violento, una vergüenza, pura soberbia. No se puede disponer de la vida con ese desprecio, cuando es un don al que únicamente Dios debe ponerle fin.
La gente de ahora no sabe lo que son los problemas. Muy estudiados, sí, pero tontos de remate. Ven fantasmas donde no los hay y eso es producto de la ociosidad y los anuncios. No como nosotros, que tuvimos que trabajar a destajo, sin tiempo para estas estupideces, que venga traumas y depresiones de niñatos que no probaron el pan del diablo.
Yo no sé qué le pasaba a esa chica, pero que no era nada del otro mundo, seguro. Grave es no tener casa, ni qué comer, caminar kilómetros para conseguir una garrafa de agua que no se puede beber, que millones de personas enfermen y mueran por falta de jeringuillas, que les arranquen un trozo de entrepierna, que les disparen. Las verdaderas tragedias son las que abren los telediarios y no las niñerías por las que se matan aquí los que no saben sacrificarse para salir adelante, para tener algo. Que pierden la vida con esa facilidad porque nunca tuvieron que luchar por conservarla, que no vivieron una enfermedad, ni una guerra, ni el hambre. Pero ellos no piensan en eso, no piensan en nada, van a lo suyo. Son puro egoísmo y el resto que se apañe. Y ahí lo tienes, el ejemplo. Una familia destrozada en un abrir y cerrar de ojos, qué te parece.

Es que no hay cabeza... no hay cabeza... Es una pena.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Hombres muertos que caminan (4)

_el cadáver
...supongo que los malos ratos te hacen más duro,
o más listo o algo.

Salí temprano.
Lo hago siempre, en cuanto empieza la temporada, porque me gusta caminar por la hierba, tumbarme en las rocas, tirar la caña y sacar un pez. Es la excusa que le pongo a mi mujer, a la que ya no aguanto, para pasar un día fuera de casa.
Imagino que se cayó, que resbaló en el lodo o que alguien la arrojó, pero fue penoso. Maldita casualidad.
Dicen que en un momento así, te paralizas o actúas. Yo la vi blanquísima, balanceándose. Ni lo pensé. Me lancé al agua y la saqué sin apenas mojarme, porque llevaba las botas y el traje, pero luego llegaron la policía y los problemas, porque ya estaba muerta. Y claro, a quién se le ocurre.
Sólo por intentarlo, sólo por tocarla, me crujieron a preguntas hasta levantar el cuerpo. Después me dijeron que venga, que vale, que dejase de tiritar y que me fuese a casa, que ya me llamarían. Me ofrecieron psicólogo, traslado en ambulancia, todo, pero les dije que no, que soy un hombre de mundo, que estoy curtido.
Pero me subí a la moto. Y nos desplomamos.