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sábado, 8 de agosto de 2020
De bares VIII
"Me siento en la mesa y pido un café. Un chico comenta en
alto el baloncesto. No era necesario. En el tablón está expuesto el menú del
día. Sobre él, se posa una gaviota. Pasa una ambulancia. Y una señora gorda con
una camiseta de rayas. Descienden la cuesta varios autobuses, con destinos
dispares. En la tele, las noticias locales. Mientras escucho Nothing's wrong, de Echosmith, me sueno los mocos con una servilleta que pone Gracias por su visita. Miro hacia fuera. Hace sol y
hay una señal de stop justo frente a mi mesa. Una chica de gafas pasa caminando
y me mira fijamente. Le devuelvo la mirada y luego me pongo a escribir. La
camarera habla por teléfono. El chico del pelo teñido lee el periódico, mientras mantiene un churro metido en la taza. Entran con un patinete. De lo alto de la barra cuelga una medalla de color
bronce. El bar está casi vacío. Me muero de sueño. Ya hay lotería de Navidad."
viernes, 25 de septiembre de 2015
Hombres muertos que caminan (22)
_el
sueño
Cuando
quiero algo, sé lo que quiero.
En
eso consiste mi rebelión.
Hace
noches que no duerme.
QUIERE. lo tiene.
NO
a
l
e
Se desv
L
l
o
r
a n r
o í
+ s e
que
- antes.
Etiquetas:
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Susana Pereira Fiuza,
Teléfono de la Esperanza (902 50 00 02),
telefonodelaesperanza.org
jueves, 13 de agosto de 2015
lunes, 8 de junio de 2015
Casi feliz
Hace años, quizá unos diez,
bajo la errónea elección materna de un edredón de raso
rosa,
tuve un sueño.
Porque soñar, sueñan todas las
princesas,
además de Candela Peña y del señor Martin Luther King :).
Desperté, me pregunté, ¿lo hago?
Y lo hice.
Escribí una conversación, tiré la libreta al suelo
y volví a quedarme
frita,
que dormir, pues oye, también tiene su aquel.
exponía sus pinturas en una galería de mi ciudad.
Me entusiasmaron el cartel y el título,
Casi feliz :).
Y volví a soñar.
Eran huellas pegadas en el suelo,
una doble hilera de pisadas que
me conducían al café Ollo Ledo
(Me gusta :)).
Iba con mi hermano.
En el corcho de la entrada, estaba pegado el cartel.
El artista estaba dentro. Lo saludé.
Y desperté.
Me hice alguna pregunta.
Entre ellas, qué es lo que le falta a las personas,
a cualquier
ser humano,
qué necesitamos para ser felices.
Y encontré a Rafa.
Sudoroso, con el mono,
con
toda la belleza de sus dramas y
sus cinco monedas en la mano.
Pensé en lo mucho que me gustaría que alguien lo quisiera.
Pensé que
también él merecía ser feliz.
Que todo el mundo se lo merece.
Y escribí un relato.
Luego conocí a un chico.
Era moreno, era piscis, llevaba la pierna tatuada.
Escribía.
Había ganado el Certamen de Relato Corto Os Viadutos,
de
Redondela.
Le pregunté si estaba amañado y me dijo que no :).
Leí su Púrpura para Amanda
y pensé que el mío tenía posibilidades.
Lo presenté.
El jurado: Fran Alonso, Manuel Bragado, Susana Piñeiro Paz
(Sonsoles
Lores Martínez, Laura Lago Aller).
Le dieron el primer premio.
Soles, con su voz de sol, llamó para decírmelo.
Bragado y la experiencia del que lo hace como si nada,
presentó el
relato el día de la entrega.
Era la primera vez que alguien,
alguien como él,
me valoraba por hacer lo que quería hacer, que es escribir.
Me emocioné.
Y le doy las gracias.
Luego cambié de trabajo.
Ya no redactaba. Encuadernaba.
Estaba entapando un libro, creo. Y llegaron máculas nuevas,
que son pruebas de
imprenta que se usan
para no ponerlo todo hecho unos zorros de cola.
Cogí
varios pliegos. Leí el texto impreso.
Era mi relato. Era Casi feliz :)).
Una señal.
Así que continué escribiendo.
Este año han muerto
dos de las personas a las que cité, Alvite y
Galeano.
Es una casualidad,
pero he pensado que es el momento de
sacarlo a la luz.
A Ana Manrique y a Pérez-Reverte (a los que también cité),
les deseo larga vida, que los necesito :).
Mañana, la primera entrega.
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